Hace cinco mil años la mayor parte del mundo estaba poblada por pequeños grupos de cazadores-recolectores o por aldeanos descubriendo los beneficios de un modo de vida sedentario, pero en las riberas de grandes ríos u otras regiones favorecidas por la naturaleza, en China, India, Mesopotamia, Egipto y en México y Perú, otros grupos humanos estaban construyendo los cimientos de grandes civilizaciones que cambiarían la historia del mundo.
Los antiguos egipcios concibieron ideas, llevaron a cabo proyectos y pudieron descubrir técnicas que cuando fueron transmitidas a otros pueblos contribuyeron al progreso de la humanidad y al mundo tal como lo conocemos actualmente.
En Egipto hallamos la situación casi única de una civilización desarrollándose durante miles de años con poca interferencia externa, principalmente a través de sus propios logros y limitaciones, en resumen, un inmenso laboratorio en el cual podemos verificar nuestras modernas teorías y descubrir los mecanismos y las leyes que contribuyen a dar forma al desarrollo social, económico y cultural de una comunidad. Un país donde condiciones climáticas favorables han preservado una riqueza de evidencia arqueológica como no se encuentra en ninguna otra parte del mundo.
La Egiptología es la ciencia que estudia el desarrollo de la antigua civilización egipcia desde sus más remotos comienzos prehistóricos hasta el fin de la dominación romano-bizantina del país. Fundada por el gran investigador francés, Jean François Champollion, cuando él por primera vez pudo descifrar en la época moderna las inscripciones jeroglíficas de los antiguos egipcios, descubrimiento efectuado a principios del siglo XIX, esta ciencia no ha cesado de desarrollarse y hoy en día se enseña y se estudia en las más importantes universidades del mundo.
Cada año, decenas de misiones arqueológicas dirigidas por especialistas de muchas naciones, egipcios, alemanes, norteamericanos, franceses, británicos, así como de otros a menudo más remotos países tales como Argentina, Japón y Australia, procuran con gastos considerables de tiempo y dinero, recobrar para todos nosotros el pasado de esta gran civilización.
El público en todo el mundo se beneficia de esta intensa actividad no sólo a través de los libros que se imprimen por doquier discutiendo y analizando cada descubrimiento, por medio de las frecuentes conferencias a cargo de expertos sino que también pueden acceder a una apreciación directa por medio de las exhibiciones permanentes o itinerantes que recorren el mundo y actualmente por los avances tecnológicos que nos permite a todos ser testigos de prácticamente cada paso del trabajo de los arqueólogos.
Si nos preocupamos por estar al tanto de lo que acontece en este campo de estudios, enriquecemos nuestras vidas y comenzamos a descubrir poco a poco que todo esto es parte de un patrimonio cultural común que nos acerca como habitantes de este planeta y del cual somos responsables de que se conserve para las futuras generaciones.
Egipto por sí solo no puede de ningún modo hacer frente a esta responsabilidad con posibilidad de éxito pero si como aconteció en la década de los años 60 del presente siglo, cada nación contribuye a esta noble tarea, las pirámides, la esfinge y otros más perecederos testimonios de un gran pasado podrán sobrevivir.
Espero no se quede el tema hasta hay solo por la nota y nos siga publicando sobre estos temas de interes
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